Quizás, más
de una vez, te hayas preguntado cómo sigue el Hogar de Zaragoza.
Por si te sirve de ayuda, refuerzo o subvención, puedo darte algunos
detalles recogidos sobre el terreno, el 17 de Abril. Ese día tuvo
lugar la VIII reunión anual de antiguos alumnos de San Viator.
Un grupo de ellos mantiene viva la llama. Y una vez al año se convocan
a un encuentro amistoso. El programa es sencillo. Tan sencillo, que no
necesita del arrimo o soporte del papel. Es como el silbido dulce y suave
del pastor que llama a sus fieles ovejas.
A las 7 de la tarde celebramos la eucaristía en una iglesia amiga.
El restaurante está cerca. Cena de amigos, sin prisas. La sobremesa,
larga, sin límite prefijado. Hay que dar tiempo para favorecer
el desfile de aquellas primeras canciones que aprendieron. Y de otras
que saldrán al paso. Todas, de gargantas más roncas cada
año. Y a jotas aragonesas, en voces femeninas. Y para terminar,
el himno del equipo deportivo. Retumban las paredes, tiemblan las mesas
y bailan entre sí, copas y vasos, cuando llega aquello de: ¡SAN
VIATOR, EL EQUIPO CAMPEÓN!
Este equipo --de actuales y antiguos alumnos-- jugó en tercera
división. Formados en la cantera del Hogar, pasaron muchos a jugar
en los grandes. Aquí tenemos, entre otros, a José Mª
Encontra, uno de “Los 7 Magníficos” del Zaragoza. Además,
equipos de la casa participaban en competiciones de la ciudad. Campo grande
en el Hogar y repuesto abundante de calzado, producían jugadores
como rosquillas.
Nuestro equipo mayor era llamado en las fiestas patronales de los grandes
pueblos. Vaquillas
y fútbol, los platos fuertes. Con sabia elegancia y refinada política,
el triunfo podía ser para el equipo local. Estaba asegurada la
cena. Las copas vendrían después.
Desde siempre, el nombre de San Viator resuena en muchos campos. El fútbol-sala
se lleva la palma. Alevines, infantiles, senior… Seis equipos, con
refuerzos de jugadores/as de otros entornos. Y seis magníficos
esforzados, con Julio a la cabeza, seguido de Alfonso Nieto, que dedican
horas y horas, gratuitamente, al deporte.
Dejamos el fútbol. Volvemos a los antiguos alumnos. ¿Cuántos
acuden a la cita? Es difícil llegar al medio centenar. A última
hora, amanecen obligaciones que lo impiden. Hemos rozado los cuarenta.
Algunos van acompañados de la esposa. Muchos son los viatores que
han participado en estos encuentros. Tres, en esta ocasión, con
Miguel Arqued, uno de los promotores. Antiguo alumno y profesor en nuestro
colegio en Madrid. Las celebraciones, ese día, en Valladolid, restaron
presencias en Zaragoza.
Antes
del encuentro, la visita al Hogar. Julio Batalla es nuestro amable cicerone.
Subdirector y educador. Simpático y entregado, con temple aguerrido
y curtido en mil batallas, sigue firme en este hermoso y difícil
campo. Gracias a estas armaduras protectoras, puede capear y salir airoso
en la arriesgada lidia de cada jornada. En casos de emergencia, cuentan
con la cercana ayuda del guarda de seguridad, durante las 24 horas del
día, que la Diputación General de Aragón (DGA)
ha puesto al servicio de la casa. Luis Vázquez Rocha tenía
libre este día.
Las 4 Hijas de la Caridad de san Vicente de Paúl, con sus 4 educadores
contratados por ellas, dejaron la Residencia “Salduba”.
Residencia de menores, que llevaron desde el principio. Avisaron a la
DGA que no renovarían el contrato. No les hicieron caso. Pusieron
fecha tope el 15 de Febrero. Una semana antes, la Directora General
pidió a Paco y Julio su ayuda. Junto a las Hermanas trabajaron
el “traspaso”. Y fueron los únicos que, en la mañana
del 16, estuvieron en la despedida.
Ha comenzado la construcción de un nuevo Reformatorio, en el
Barrio de Juslibol. Están tranquilos. Nada que ver con el Hogar.
En la entrada al Hogar, grandes carteles: “Residencia Cesaraugusta”,
uno. Otro mayor y en colores: “Escuela Taller Cesaraugusta”.
El tercero está en blanco. Nadie sabe de los futuros inquilinos.
Algunos posibles: “Tercera edad”, “Centro de estudiantes
o trabajadores jóvenes“, Asociación de Minusválidos…
Como ves, nada de San Francisco de Paula. Te diré que los nombres
de los santos han desaparecido de todos los centros que lo tenían.
No, queda el de San Jorge, en uno de ellos. ¡Cualquiera se mete
con el patrono de Aragón!
La Residencia es el Hogar del menor. Hasta el 95 funcionaron tres grupos,
con 15 internos cada uno, chicos y chicas. Hoy, dos secciones o grupos.
Uno, con seis educadores, cinco chicos y tres chicas. Otro, con seis,
dos y cuatro, respectivamente. Edad media: 16 años, 10 meses.
Si piensas en el número de educadores, recuerda que en el Hogar
el día tiene 24 horas y el año 365 días.
Nueva
puerta
Residencia nueva
e independiente. Amplia, cómoda y elegante. Ocupa la parte final
del edificio, junto a la fuente y el frontón. En dos plantas,
las cuatro secciones o viviendas. Cada una: hall interior, siete habitaciones,
salón, comedor, cocina… Puerta propia, al exterior, con
el nº 36. Y todo, en “Paseo Profesor Tierno Galván”.
Los números de la casa y del teléfono permanecen.
Y seguimos hablando de puertas nuevas: tres más, que dan al patio
y al sótano. Otra, junto a la de servicio, para entrar a la cocina.
Estas dos, en la calle Vitoria. ¡De calle, nada! La placa se mantiene
fija y segura en la pared del Hogar, desde siempre. Su nombre figura
en el callejero de la ciudad, desde el primer día. Con esto no
va lejos. Tenía una misión: salir desde la verja de entrada
al recinto y dar la mano a la calle San Antonio de Padua, al fondo de
la finca. Quedó corta y cortada, desde que nació. Le arrebataron
tres cuartos de lo suyo. El patio tomó la mayor parte y le cortó
el paso. La casa de un vecino se llevó la suya y le cerró
la salida. Casa que se levantaba de día, para caer, destruida
y dormida, por la noche. Joaquín y sus huestes aprovechaban las
tinieblas. Hasta la noche en que vieron una bombilla encendida, colgada
de una tabla. Adivinaron al despierto vigilante, esperando con un garrote.
No se dejaba ver, pero estaba. Así pudo llegar, sin más
sobresaltos, hasta el tejado, que es la meta de toda casa que por tal
se tenga.
La calle “San Viator” es otra cosa. Viste de largo, lo mismo
que la del fundador del Hogar “Mosén Emilio Pérez
Vidal”. Las dos, cercanas a la casa que les dio vida y nombre.
Inaugurada la Residencia de los menores, empezaron las obras en el resto
del edificio. Abajo, todo lo que acudía al nombre de tabique.
Han pasado tres años y una parte está funcionando. Cuarto
de calderas, almacenes, lavadero y ropería, vestuarios…,
en el sótano. En la primera planta, en el lugar de siempre, la
gran cocina. Grande, porque sirve también a otros centros de
la DGA. Grande, porque llegarán nuevos inquilinos. A su lado,
muchas cámaras frigoríficas --una para clase de alimento--
y almacenes y todo lo que te puedes imaginar.
Dos escaleras y un ascensor llevan al piso 1º. Contamos 21 habitaciones,
que dan al patio, al jardín y a la calle Vitoria. Hoy, despachos
y almacenes. Pasará un año más y empezarán
a ejercer su función.
Subimos a talleres y piscina. En ambos lados del recorrido sigue la
zona ajardinada. La vieja palmera de hojas caídas, variados arbustos
y rosales y alguna flor recién despierta, nos regalan su mejor
sonrisa. Una mirada lastimera, a la entrañable madre piscina.
Deslumbrante fue la inauguración, en Julio del 69. Una gran fiesta,
con asistencia de todas las autoridades. Unos 30 invitados. Ahora llora,
vacía y abandonada desde que dejamos el Hogar, el 30 de Junio
del 93.
Talleres ampliados. Carpintería remozada y rejuvenecida. Dieciocho
jóvenes suben de Zaragoza todos los días. Aprenden de
carpinteros, fontaneros o albañiles. Cada especialidad, con su
experto maestro. Seis meses de aprendizaje del oficio y 18 de trabajo
en las obras del Hogar. A los dos años dejan el puesto a otros.
Dos internos suben a los talleres. Los demás salen a estudiar.
INEM y DGA van de la mano con gastos y salarios.
Acabada la jornada, llegamos al colegio de Huesca, donde pasamos la
noche. Antes de salir, visita al antiguo estadio Antes de salir, visita
al antiguo estadio “Padre Querbes”. Grandes manzanas de
casas, en su fase final. Una amplísima zona ajardinada, a la
entrada: campo primero de fútbol y mucho más. El nombre
de nuestro fundador seguirá vivo y visible. Nos queda el emocionado
saludo al antiguo colegio de Villahermosa. Calle peatonal, de entrañables
recuerdos. Respetada la fachada, las obras continúan.
De vuelta, misa en El Pilar y visita a la estación del AVE, en
la Avenida de Navarra, pasado el Palacio la Aljafería. Grandiosa
y más, porque se le ha juntado la estación de El Portillo.
A su lado se asentará la de Autobuses.
El Ebro sigue guardando silencio. Desconcertado y molesto, espera para
ver qué pasa. Le prohíben dar de su agua a unos campos
sedientos que, con voz reseca y gritos apagados, se la piden cada día.
Al llegar a este punto, me imagino saliendo de un supermercado. Todo
lo que llevo ha sido regalado. Todo lo quería regalar, cocinando
un plato apetitoso, vistoso y suave. Pero ha resultado un potaje que
no sé si lo podrás digerir. Confío y estoy seguro
de que, dada tu habilidad culinaria, con algún pequeño
aderezo, puede quedar hasta pasable. En caso contrario, acude al bicarbonato.
Muchas más noticias del Hogar te las dejé guardadas en
los números 318 y 330 de esta Revista.
Gracias por tu colaboración.
Bernardo
No hay comentarios:
Publicar un comentario