viernes, 2 de enero de 2015

"GRAUS"

Graus es un municipio de la provincia de Huesca, en la comunidad autónoma de Aragón, España. Está al sur de la comarca de la Ribagorza, en la confluencia de los ríos Ésera e Isábena.
Es capital administrativa de la comarca. Con una población de casi 4.000 habitantes (2.750 pertenecientes al pueblo y el resto a los pueblos dependientes)[4] se sitúa como el pueblo más grande de toda la comarca. Es una de las zonas de Aragón en las que se conserva como lengua el aragonés, aquí en una variante bajorribagorzana (grausino).
Los primeros datos de población de Graus se remontan al Paleolítico como lo demuestran los restos hallados en el yacimiento de Las Forcas, cuyos restos se encuentran en el museo provincial de Huesca. De la época romana no quedan restos y de la islámica solo se conservan restos de una atalaya en la peña del Morral.[5]
Durante la Reconquista, el rey aragonés Ramiro I murió durante el asedio de la población en 1063. Fue su hijo el rey Sancho Ramírez quien la tomó en el año 1083 y la adscribió al monasterio de San Victorián para su reconstrucción y repoblación, lo cual duró hasta 1571. Pedro II trasladó aquí la feria de San Miguel que hasta entonces se venía celebrando en San Pedro de Tabernas.[5]
Un hecho fundamental para la tradición local se produjo en el año 1415 cuando, de camino hacia Francia, visitó la villa el dominico valenciano fray Vicente Ferrer, posteriormente canonizado, quien al parecer recaló en Graus invitado por Berenguer de Bardaxí. Ambos habían sido compromisarios tres años antes en Caspe, donde se resolvió de manera pacífica el difícil problema sucesorio de la Corona de Aragón. El santo valenciano predicó aquí con gran éxito y en agradecimiento regaló a la villa un crucifijo que se conserva y se venera en su iglesia parroquial. Las fiestas mayores de la localidad los días 13 y 14 de septiembre están dedicadas a San Vicente Ferrer y al Santo Cristo, en recuerdo de tan celebrada visita y apreciada donación.
En el siglo XVI se llevó a cabo la primera ampliación, construyéndose casas solariegas como la de Fantón, Solano, Oliván y la Mansión de los Mur. También se abrió la plaza mayor y la calle Fermín Mur y Mur, fijándose por consiguiente el límite de la población en el portal de Linés. A finales de este siglo tuvo lugar en el condado la guerra de Ribagorza, contra los condes de Ribagorza.[5] En 1588, Felipe II estableció la celebración de una feria semanal todos los lunes que ha perdurado hasta ahora. A éstas hay que añadir posteriormente la ferias de Santa Lucía, otorgada por Carlos II en 1681, y la de mayo (actual Propirineo).
Durante el siglo XVII se sucedieron guerras contra Francia, con lo que Graus se convirtió en punto de paso y proveedor de comida de las tropas. En los años 1651 y 1652 la zona sufrió una epidemia de peste que diezmó a la población. En este mismo siglo se construyó a extramuros el colegio jesuita de la Compañía de Jesús y el convento de Santo Domingo, de los cuales actualmente solo se conserva la iglesia del primero.[5]
En la Guerra de Sucesión a principios del siglo XVIII la población tomó partido por el pretendiente austriaco, al igual que la mayor parte de la Corona de Aragón. Las tropas borbónicas ocuparon la localidad, destruyeron uno de sus puentes y la convirtieron en base para operaciones militares.[5]
Durante la Guerra de la Independencia Graus fue invadida por las tropas francesas y en las posteriores guerras carlistas se produjeron enfrentamientos entre liberales y absolutistas. En 1873 estuvo encarcelado Paul Lafargue, yerno de Karl Marx y propagador de sus ideas, que había huido de la policía francesa atravesando los Pirineos. A finales de este siglo, se produjo una importante emigración a Francia. Es en esta época cuando se realizó la segunda gran ampliación urbana, con la construcción de la calle Barranco.[5]
En el municipio se integraron ya en el siglo XIX Grustán, Portaspana, Torre de Obato y Puidecinca, y en la década de 1920, Barasona y Benavente de Aragón.
Al estallar la Guerra Civil, Graus quedó en la zona republicana, con predominio del movimiento anarquista. Se produjo la ejecución de numerosos religiosos y la destrucción de importantes piezas del patrimonio cultural. Posteriormente, en los años 60, sufrió al igual que en el resto del país el éxodo rural hacia las grandes ciudades.[5] En estos años se incorporaron al municipio los términos de Aguinalíu, Panillo, Puebla de Fantova y Torruella de Aragón, y en la siguiente década, Güel y Torres del Obispo.

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